Sobre el cobro de reservaciones y los comensales que llegan tarde
Tengo semanas escuchando a muchas personas quejarse e indignarse porque en algunos restaurantes están implementando la reservación de mesas y además, te obligan a pagar un cover.
Unos establecimientos te reembolsan el dinero y sólo cobran el consumo, en otros se manejan otras estrategias.
¿Es bueno? ¿Es malo? Yo creo que es acertado.
Viví esta experiencia de reservaciones con cobro, el año pasado en Madrid, donde varios restaurantes fancy y no tanto, aplicaban la misma política: para reservar el cupo, los costos podían ir de 30 a 50 euros (por persona), que se reembolsaban una vez que consumías.
De no llegar, se permitían hacer el cobro completo a menos de que llamaras con cierto tiempo de anticipación para cancelar.
La primera vez me quedé en shock, al pensar que me podían hacer un cobro por llegar tarde o no asistir. Luego lo entendí.
Lo que probablemente no tomamos en cuenta, de este lado de la sala, mis queridos comensales, es que a diario, los cocineros y restauradores se frustran cada vez más por la irresponsabilidad de sus clientes.
Clientes que “chapean”, clientes que llegan tarde, clientes que no cancelan, clientes que dicen van con un número de personas y se presentan con más o con menos de lo que prometieron y se sienten con el derecho y el honor de que les resuelvan la mesa.
Las emergencias ocurren pero… me atrevería a decir que el 98% de las veces, en determinado momento ya sabes con tiempo, cuándo vas a ir a un lugar o no. Por eso, siempre se agradece que llamen para avisar, ya que otras personas pueden aprovechar el cupo o no se pierde comida.
He estado en lugares donde tienen todo reservado y varios no se presentan ni avisan que no podrán llegar porque “cayeron cuatro gotas de lluvia” y les dio flojera salir. Y eso… eso es muy frustrante.
Me ha pasado en primera persona y no me siento orgullosa de ello. De hecho, hace tiempo me prometí que no volvía a reservarle mesa a más nadie. A pesar de ser cercana a muchísimos restaurantes, es muy raro que les pida algo de última hora. Incluso, suelo reservar como cualquier comensal sin esperar bondades extras. Y si lo hago, es porque es urgente o amerita la ocasión. Las tres veces que le hice el favor a gente que considero importante, me han dejado mal, porque después de hacerme conseguirles una reservación, en días y horarios complejos, por alguna razón surge otra cosa y no tienen el gesto de llamar para cancelar.
Perder comida no es chevere. Perder clientes tampoco. Hacer pasar momentos desagradables a los equipos, para resolver sillas es incómodo. Los que quieren complacer a su gente, son unos campeones resolviendo estos percances pero créeme, por más que pagues cuentas caras, por más que quieras ser cool y dejes buenas propinas, no… no eres un cliente ideal.
Por eso, me parece estupendo y oportuno que en Venezuela empiecen a cobrar las reservaciones y se reembolse el dinero, una vez que llegues, para solo cobrar lo que consumiste.
Exigimos demasiado pero no cumplimos con los establecimientos ni su gente. Exigimos puntualidad en las citas médicas, pero no somos capaces de cumplir con la hora reservada en un restaurante. Los espacios que ofrecen experiencias y menú guiados, sufren en gran parte, porque en estas actividades, la gente “se llega” cuando les da la gana y no cuando se ha convocado, lo que genera que no se viva la actividad como estaba diseñada.
Vuelvo y repito: en caso de no poder llegar, porque las emergencias ocurren, se debe reintegrar el dinero o por lo menos un porcentaje, de acuerdo a la situación.
Pero es importante tener claro que el que no tengamos cultura de reservación, no hace que los establecimientos sean unos tracaleros porque ahora sí lo hagan. Es poner orden y demostrar respeto a quienes se dedican a este oficio.
En nombre de todos aquellos restauradores que hacen un esfuerzo importante por darnos de comer amablemente, quizás es momento de empezar a hablar más sobre estos temas, para poder crear una experiencia gastronómica en el país de forma competitiva y seria. Muchos cocineros prefieren callar porque sienten que ofenderían a sus clientes recurrentes, pero el problema radica en que se sigue consintiendo la irresponsabilidad de muchos que no miden las consecuencias de sus acciones.
Aún así, te invito a compartir tu opinión, sobre este tema y hacer propuestas valiosas.